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Trabajar en casa, un desafío en tiempos de pandemia.

Como bien sabemos la llegada del coronavirus puso en jaque nuestro mundo conocido; nuestros vínculos, nuestras rutinas y también nuestra vida laboral y profesional.

A partir del estado de alarma actual que ha confinado a millones de personas en sus casas las 24 horas, el teletrabajo se impuso como la alternativa para que las trabajadoras y trabajadores de todo el mundo puedan cumplir con sus rutinas.

Si bien en la actualidad son muchas las empresas que usan este sistema de trabajo como herramienta habitual, para otras representó una novedad a la que adaptarse con rapidez y eficacia.

Así, un grupo muy grande de gente se vio obligado a transformar su hogar en oficina; una oficina tal vez compartida con hijos, padres, hermanos, pareja….



Dónde y cuándo comienza y termina la jornada laboral?


Un nuevo hábito requiere, como es sabido, un tiempo de adaptación, un proceso. Pero dada la urgencia y la gravedad que afrontamos durante las últimas semanas, no hubo tiempo para este paso intermedio y de un día para el otro, nuestro espacio de trabajo se trasladó a nuestro lugar más íntimo y privado: nuestro hogar.

Un lugar donde somos “otros”; donde nos gusta desayunar más tarde y en pijamas, donde nos entretenemos con nuestros hobbies, donde cumplimos un rol diferente (padres, madres, pareja de, hija o hijo de…), donde dormimos, amamos, miramos la tele, cocinamos… En nuestras casas no tenemos jefes, alumnos, ni empleados; no hay reuniones, clases ni conferencias: en nuestras casas somos nosotros en pantuflas.


La cuarentena y el encierro nos han sacado de todos nuestros escenarios habituales; y si bien cada historia y cada vida es distinta, muy probablemente haya mucha gente que sienta una misma presión en estos días: ¿cómo compartimentar el terreno laboral/ profesional y la vida privada, siendo que toda nuestra cotidianeidad transcurre en un mismo espacio?




Recomendaciones Generales para teletrabajar desde casa


  1. Es importante establecer horarios de inicio y fin de las tareas.

  2. Arreglarse y vestirse ( Dejar el pijama y la cama para descansar y dormir )

  3. Intentar procurarte un espacio dentro de casa para colocar los objetos de trabajo. Ordenarlo de tal modo que resulte práctico y buscar las mejores condiciones para estar cómodo.

  4. Si vives con otros, anticiparles cómo será la nueva rutina y pedirles colaboración para poder llevar a cabo los objetivos y las demandas diarias

  5. Flexibilizarse todo lo que se pueda.

Para poder cumplir algunas de estas recomendaciones, es importante incorporar a la rutina diaria pequeños intervalos de calma. Una pausa es un claro en el bosque, un bálsamo que alivia y reorganiza nuestro sistema interno para poder mirar la realidad de un modo diferente.



Pausas conscientes: Un instante, infinitas oportunidades


Aquí te presentamos algunos ejemplos y te animamos a que practiques


  • Pausa para estirarte y desperezarte como un gato…bien a gusto. Nota cómo se mueven tus músculos y tus vértebras y aprecia las sensaciones sin juzgarlas. Si sientes tensión en alguna parte de tu cuerpo, respira profundo llevándole más oxígeno. Repite esta experiencia varias veces.

  • Prueba hacer pequeñas pausas entre una tarea y la siguiente; aprovecha estos intervalos para respirar y reorganizar tus próximas actividades

  • Dispone algunas alarmas que funcionen como recordatorio de pausar. Detenerse unos instantes, inspirar profundo para conectarse con el aire que entra en el cuerpo, puede cambiar significativamente el curso de una reunión o decisión importante.

  • Pausa para discernir lo urgente de lo importante

  • Recuerda que muchas veces el agobio y la preocupación son fenómenos del pensamiento; si reconoces que estás en un bucle, respira durante unos segundos hasta que encuentres el ritmo de tus inspiraciones y tus exhalaciones. Las cosas suelen verse diferentes después de hacer una PAUSA.


Por último, es importante recordar y tener muy presente que nadie es perfecto y que todos estamos parados con la misma incertidumbre frente a esta crisis que nos está tocando vivir. Hagamos lo mejor que podamos, practicando más que nunca la gratitud, la compasión y la autocompasión como valores de nuestra humanidad compartida.

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